domingo, 16 de octubre de 2011


Un día pasa. Pasa que estás de pie en algún lado y te das cuenta de que no quieres ser ninguno de los que están a tu alrededor. Ni siquiera quieres ser tú.
Solo quieres salir corriendo.
Salir a toda hostia del sitio en el que estás.

Y de repente ocurre, algo se acciona. Y en ese momento sabes que las cosas van a cambiar. Ya han cambiado.
Y que a partir de ahí ya no volverán a ser lo mismo.


Siempre hay un momento en el que el camino se bifurca. Cada uno toma una dirección pensando que al final los caminos se volverán a unir.
Desde tu camino ves a la otra persona cada vez más pequeña "No pasa nada, estamos hechos el uno para el otro, al final estará".
Pero al final solo ocurre una cosa: LLega el puto invierno.

Y de repente te das cuenta de que todo ha terminado. De verdad.
Ya no hay vuelta atrás, lo sientes.
Y justo entonces intentas recordar en qué momento comenzó todo. Y descubres que todo empezó antes de lo que pensabas.
Mucho antes.

Y es ahí, justo en ese momento cuando te das cuenta de que las cosas sólo ocurren una vez.
Y por mucho que te esfuerces ya nunca volverás a sentir lo mismo. Ya nunca volverás a tener la sensación de estar a tres metros sobre el cielo.

1 comentario: